Mi padre murió en primavera,
mi madre en otoño, ni él ni ella
se llevaron nada de este mundo;
pero dejaron fijas en la memoria
las emociones de diez hijos
que ahora viven por el olvido,
diferentes, únicos, con las manos
llenas de ilusiones y esperanza,
mientras el tiempo avanza, ineludible,
y ya el dolor utiliza nombres propios,
pinta los sueños de luto y la noche
de silencios mudos.
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