"... Habéis llegado a eso grado de imbecilidad en que se considera el trabajo no sólo como noble, sino como sagrado, cuando no es sino una triste necesidad. Esta necesidad la habéis elevado a la categoría de las virtudes, cuando acaso no sea indudablemente más que el vicio de un ser corrompido, para quien la vida no es sino un gran tedio."
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