Marzo le ha puesto prisa a mis deseos
y a tu realidad le ha puesto
envidia de la verdad que es todo;
así que ya no me queda palabra
que pueda nombrar el beso
ni verbo que conjugarte pueda.
El que escribe atento todavía
al eco de los ecos, guarda
su único secreto, intacto,
y no se llama Pedro.
Marzo le ha puesto nombre
a la isla que me habita,
donde tu realidad no vive
porque esa isla es mentira.
Marzo se va como suelen irse
los meses, los versos, la memoria,
mientras escribo tu nombre:
sin decirlo.
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