Hoy trece, trece lunas tengo.
Compré en el mercado de valores
trece corazones de oro
para regalarlos a mi madre
y una ruleta rusa como juego
para poder matarme sin penas
y a mi antojo.
Hoy trece, trece lunas lucen
en la soledad de mis recuerdos
y en el fulgir de su nombre.
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