No es el tiempo quien se va, sino nosotros mismos, acaso sin saber adónde y sin saber porqué. Tan callados unos y estruendosos otros, sabiéndonos más sabios para nada, en fin. No es el tiempo quien se va, sino nosotros, las vidas que tuvimos o nos tienen atados al ansia de vivir, creyéndonos ajenos al agonizar pausado e inmunes al desastre.
No es el tiempo quien se va, sino nosotros mismos, llevándonos consigo los milagros y el infierno. Tan callados unos y estruendosos otros, cuerdos o enloquecidos, para oír, lejanos, la música callada, la soledad sonora.
No es el tiempo quien se va, sino nosotros mismos, olvidando quizás hacia qué sitio, ahítos de nostalgia, ciegos.
1 comentario:
Y el amor está en todo manchando con sangre el recuerdo
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