Ganado del amor por la locura,
tembloroso y de llanto enfebrecido,
durmió mi voz el corazón herido
por soberana luz de luz segura.
Hombre de soledad, en la madura
tristeza de mis años recogido
busqué mi amparo en ti, y enmudecido
sólo un silencio hallé, y esta amargura
que en tan hondo arrancar es elocuente.
Hombre soy de callar las penas mías
valorando el silencio en lo que expresa.
Mas ¡ay!, este callar tan insistente
que me cuaja la sangre de agonías
colma el dolor, y el corazón me pesa.
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