lunes, 30 de noviembre de 2009


Cada 30 de Noviembre se pintaba de azul el corazón, las manos de amarillo, de sombra los ojos, y se perdía en medio de las gente callejeando, o se quedaba solo con el rumor del mar y las canciones del pasado, navegando en un océano de olvido, desvelado. Cada 30 de Noviembre recordaba cada amor perdido, cada batalla ganada, los días a pájaros, el nombre de los perros que tuvo y el de algunas mujeres que quizá le amaron de verdad sabe Dios porqué. Cada 30 de Noviembre recordaba países lejanos, corazones robados, besos que nunca dio y que nunca le dieron, y se perdía en medio de la gente, el corazón pintado de azul, de amarillo las manos y los ojos de sombra, persiguiendo fantasmas, desvelado.

domingo, 29 de noviembre de 2009

De aquella historia de pérdidas y esperanzas hizo el alfarero una vasija de barro para depositar agua de todos los ríos de la tierra.
SEMBRÉ DE BESOS LA TIERRA Y RECOGÍ UNA COSECHA DE SILENCIO VERDE.

Está la noche en vela, toda grande de ausencia, como aquella
de tantos años antes, y no están ni Jacques Brel ni mis dos grandes amigos,
y tampoco los poetas, a pesar de que tantas veces los hospedara
entre mis manos y en la casa de mis sueños. La noche está despierta
mirándome, mirándome. Y cerraron ya las puertas de todos los cines,
echaron los candados a la ternura y al silencio, mudaron de sitio
el amor, las caricias, y de rumbo pasos y promesas de antaño,
sin que hayan ardido los libros en el fuego de los últimos deseos,
ni otra cosa los ojos puedan que mirar despiertos el olvido.
Está la noche en vela como aquella noche que nombro todavía.

Soñé un poema anoche
con música de estrellas
de antes de yo nacer,
donde mi madre era
una mujer de piedra
con lágrimas azules,
que hablaba en un idioma
imposible de entender.
Soñé un poema anoche
mientras la lluvia de Noviembre
vibraba en mis oídos.
Soñé un poema cuyas letras
no existieron nunca,
aunque fueran escritas
no recuerdo en qué forma
por el mar en la arena.

A Jaime Sabines

¿Qué puedo hacer yo también,
Jaime, con esta puta vida
de rodillas, sin nada grande
que hacer, y sin que la poesía
sirva sino para dolerle más
a los rebeldes y enriquecer un día
a esos uniformados del ademán
correcto y la corbata fina?

¿Qué puedo hacer yo, Jaime,
si la vida es una prostituta inclemente
y es mi incredulidad eterna?

jueves, 26 de noviembre de 2009


Con su dolor callado sólo intentaba no dolerle a los demás. Pero muchos lo interpretaban como una manifestación de orgullo e incluso de frialdad y dureza.
Un analfabeto puede ser sabio, aunque no sea culto.


Si me encontrara con ella,
la que busco y que me busca;
si me encontrara con quien
ni me conoce ni conozco,
con la que no sé si me sabe;
si me encontrara conmigo
sin que fuera yo, sino
la misma esperanza
e idéntico destino
que ella, la que imagino.
Si me encontrara con ella
-si existe acaso- antes
de que la muerte nos esconda
en un lugar imposible,
y me sonriera y me sonriera.
¡Si me encontrara con ella!

"P.B."

Perdí, sí. Pero perdí por amor.
¿Qué sabes "tú" de pobreza, Soledad?
¿Qué sabes de dinero y qué de miedo,
de locura, de recuerdos, o de amistad?
¿Qué sabes "tú", Soledad, de deseo?
¿Qué sabes de muerte y qué de verdad,
de tiempo, de ausencias, o de duelo?
¿Qué sabes "tú" de mis cadenas / o de mi libertad?


fui niño
fui poeta
fui soñador
fui el que esperaba
lo que vino
y lo que no llegó,
y ahora soy
recuerdo de mi
mismo, actor
de mi propia
obra, sombra
de la luz
que zozobró.