jueves, 17 de abril de 2008

RAMÓN

Nunca recibirás, RAMÓN, las cartas que te escribo. Son cartas sin membretes, sin franqueo y sin remite, que me guardo porque sí y escribo porque te echo de menos, sobre todo, en tus palabras y en tus sueños ladeados por la realidad y por el tiempo. La soledad que, como tú dijiste, "hace su nido en las estrellas", sabe el porqué de esta correspondencia secreta e incluso inexistente y, a veces, me atrevo a confesarle que ella no estaba entre tus miedos ni está entre los míos. Quizás escribo en balde, desde cualquier Café, cuya existencia nunca sospechaste, estas cartas que no has de recibir; pero me da el barrunto de que en algún lugar tu las lees y hasta te sientes esperanzado, cuando piensas como piensan los difuntos, en que seguiré escribiéndote.

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