viernes, 24 de abril de 2009

D.H.M.

Hay quienes dicen que D.H.M. murió en Oporto, cuando ya se acercaba al invierno aquel otoño lluvioso de finales de siglo. Otros aseguran que murió en Santader, a principios de primavera, y que su cuerpo, ya sin vida, fue encontrado en un banquito público. Pero la verdad es que no hemos podido constatar ninguna de esas aseveraciones de forma fidedigna. Hasta es posible, según nos dijeron empleados de los registros de ambas ciudades, que esa historia de D.H.M. sólo sea una leyenda, un invento literario.
Sea como fuere, la incógnita y el misterio siguen mezclándose a la existencia o no de tan callado y oculto personaje. Siendo incluso posible que fuera su cuerpo el que hallaron en un céntrico hotel de Santa Cruz de Tenerife, hace ya varios años, con una maleta repleta de extraños dibujos y multitud de recortes de periódico. Algo que quizás podríamos confirmar metiéndonos por esos corredores grises y polvorientos de los Juzgados y las clínicas forenses, aunque hasta el momento ni nos subyuga la idea ni nos atrae su realización.

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