jueves, 4 de junio de 2009

  • Se oye un piano en la noche de principios de Junio, entre Lavapiés y Atocha. Se desliza emotivo, su sonido por los recovecos de la esperanza y por los de la desilusión, y arropa a vagabundos, poetas, alcohólicos, chamarileros, putas de postín con suerte, o mujeres de la vida ajadas por el destino. Se oye un piano en la noche de Madrid, que lleva sus notas hasta bares sucios, tiendas sin horarios, apartamentos vacíos o habitados por hombres solitarios, bohemios, mujeres insomnes y cinéfilos sin sueños. Se oye un piano en la noche de Madrid, a medio gas, llorando quizás por el Bolero de Ravel.

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