jueves, 19 de enero de 2012

Salvo de adolescente, nunca
fui nerudiano; pero de Lorca
sí fui un tiempo; una época
tuve también vallinclanesca
y un cierto tinte machadiano.
De Vallejo y de Huidobro me ufanaba,
como del Cernuda más sincero
y del Rubén Darío que allanaba
su vida entre versos y tragos.
Pero a mi edad altar no tengo
sino para Carlos Edmundo de Ory
y para Juan Ramón Jiménez.
Y flores para Unamuno y Quevedo
u n i c a m e n t e.

No hay comentarios: