martes, 13 de julio de 2010

Los perros tristes de Samaná
andan a la deriva como los barcos,
agonizantes, de la bahía.
Le ladran a los faroles cuando se apagan,
y a la luna si tienen hambre.
Los hombres pasan y no les hablan,
pasan los niños y no los oyen;
y ellos se muerden la tristeza y las heridas,
abandonados como la pena que los habita.
Los perros tristes de Samaná
andan valduendos como unos seres
que no supieran ni con quién irse
ni a dónde irán.

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