sábado, 30 de octubre de 2010

Mi padre murió en primavera,
mi madre en otoño, ni él ni ella
se llevaron nada de este mundo;
pero dejaron fijas en la memoria
las emociones de diez hijos
que ahora viven por el olvido,
diferentes, únicos, con las manos
llenas de ilusiones y esperanza,
mientras el tiempo avanza, ineludible,
y ya el dolor utiliza nombres propios,
pinta los sueños de luto y la noche
de silencios mudos.

No hay comentarios: