lunes, 28 de enero de 2008

con solvencia

En este país al que casi todos llamamos España y del que muchos reniegan, los únicos que se han enriquecido durante esta legislatura y en la anterior y en la otra y en la otra, que han tenido beneficios multimillonarios, sin padecer ni las mentiras de unos ni la estulticia de otros, sin tener que corregir sus hábitos o evaluar el montante de sus propinas, han sido los bancos (casi todos) y las grandes empresas informáticas, de servicios y constructoras (casi todas). Los demás (casi todos) hemos sido manipulados y engañados, o eso han intentado personajes que ni siquiera merecen ser nombrados, unas veces por políticos de un signo; otras, por políticos de otro signo. Muchas veces por los medios de comunicación afines al Gobierno; otras, por los medios de comunicación afines a la oposición. En definitiva, la crisis de la que ahora se habla como si fuera algo sorprendente e inesperado, llega por saturación, por exceso de especulación y de complicidad estatal con esa manera de enriquecimiento inmoral e ilegal, toda vez que así quien más gana, además de los bancos, es Hacienda, a base de plusvalías, impuestos, transacciones, revalorizaciones de suelo, etc. Ni este Gobierno ni el anterior ni ningún gobierno de los que ha gobernado en España desde hace mucho tiempo, se han ocupado de las personas, si no ha sido a cambio de algún beneficio o crédito. Ninguno. Somos poco cultos, estamos mal atendidos por la sanidad y peor por la justicia, no tenemos opinión propia de los hechos ni de sus efectos, no conocemos la historia ni amamos la lengua, la universidad no forma, salvo casos aislados, más que ideólogos, la vivienda es un bien escaso porque la ley de alquileres es nefasta, y las "ayudas" al alquiler, no sólo injustas, sino también inconstitucionales, pues descriminan por razón de edad a unos ciudadanos frente a otros, el arte y su difusión está en manos privadas (fundaciones de empresas, cajas y bancos ), los nacionalistas, siendo pocos, deciden más que los que somos muchos y, por último, los políticos, aunque existen excepciones, son falsos, ambiciosos, prepotentes y hasta mal educados.

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