Me acuerdo de aquel día
en que un hombre solitario
paseaba por las calles de Ávila
y leía yo un libro de poemas
de Francisco Pino.
Íbamos sin futuro los dos
juntos hacia el dolor
que cura siempre el olvido.
Tú llevabas unas flores
ya muertas del jardín
que habías sembrado/ en mí
y yo tenía los ojos clavados
en aquel hombre que dormía
en mis sueños de antaño.
Me acuerdo de aquel día
hoy que corté los dondiegos
que nunca un hombre solo
sabe dónde y cómo/ llevarlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario