lunes, 19 de noviembre de 2007

NOTICIAS

El 17 de Noviembre de 1999, Enrique Urquijo se fue de nuestro lado, en busca tal vez de un cielo protector, dejándonos muchos secretos sin revelar y otros muchos revelados. Supimos de su timidez y de su débil fortaleza; supimos que amaba las acordeones y el bandoneón y los tangos y los boleros y las rancheras y el rock. Supimos que era el amigo verdadero de la mala y de la buena suerte. Supimos del Madrid canalla, lleno de lagartas y buscavidas, pero lleno también de refugios contra la soledad. Supimos, en fin, de su pasión por la música y la noche. Pero nunca supimos el secreto de su tristeza, ni sabremos el secreto de su último pensamiento. Ahora sólo nos queda la ciudad que él callejeó, la belleza de sus canciones y esa despedida con "ojos de perro azul" como Noviembre, o con "ojos de perro herido" como la ternura, que nos duele todavía. Que nos duele.

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