miércoles, 8 de diciembre de 2010

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Cuando el español Diego de Landa tomó tierra en la península de Yucatán en 1520, la sociedad maya clásica ya había desaparecido. Sólo quedaban los manuscritos, los objetos de culto, los recuerdos, conservados por sus descendientes en pueblos aislados de la selva. Esta memoria podría haber sido peligrosa y servir de fermento para la insurrección de los indios recién conquistados. Diego de Landa lo comprendió, hizo reunir toda la biblioteca manuscrita de los antiguos mayas en la plaza central de la ciudad de Mani y les prendió fuego.

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