viernes, 31 de diciembre de 2010

Ver ajar

No es el tiempo quien se va, sino nosotros mismos, acaso sin saber adónde y sin saber porqué. Tan callados unos y estruendosos otros, sabiéndonos más sabios para nada, en fin. No es el tiempo quien se va, sino nosotros, las vidas que tuvimos o nos tienen atados al ansia de vivir, creyéndonos ajenos al agonizar pausado e inmunes al desastre.
No es el tiempo quien se va, sino nosotros mismos, llevándonos consigo los milagros y el infierno. Tan callados unos y estruendosos otros, cuerdos o enloquecidos, para oír, lejanos, la música callada, la soledad sonora.
No es el tiempo quien se va, sino nosotros mismos, olvidando quizás hacia qué sitio, ahítos de nostalgia, ciegos.

1 comentario:

RUbén dijo...

Y el amor está en todo manchando con sangre el recuerdo