Este poema de finales de Octubre
azul celeste y de recuerdos lleno, infantiles
algunos como el corazón del niño hecho hombre,
dulces o amargos, dependiendo del tiempo y del espacio,
como aquella canción que nos cantaba madre a modo
de rezo para silenciarnos en las noches de invierno.
Este poema de finales de Octubre
en un Madrid lluvioso y melancólico, verde
quizás como es el verde de Lorca, o blanco
como la ausencia, el olvido y la soledad
perfecta.
Este poema.
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